Una combinación de ejercicio prolongado y aceite de pescado puede reducir dramáticamente los niveles de grasa que pueden provocar el endurecimiento de las arterias, principal causa de enfermedad cardiaca.  La grasa en el torrente sanguíneo es contribuyente primario de la ateroesclerosis, es decir, el bloqueo parcial de las arterias.

Un estudio determinó que la gente que hace ejercicio aeróbico prolongado tiene células musculares que pueden descomponerse rápidamente y reducir los niveles de un tipo de grasa conocida como triglicéridos.  El consumo de un suplemento a base de aceite de pescado puede reducir todavía más los niveles de triglicéridos.

Los investigadores estudiaron los niveles de triglicéridos en hombres recreacionalmente activos después de haber consumido una comida con alto contenido de grasa.  Un grupo consumió una comida grasosa después de hacer ejercicio.  Un segundo grupo comió una comida con alto contenido de grasa después de tomar un suplemento de 4 gramos de aceite de pescado.  Un tercer grupo comió una comida con alto contenido de grasa después de ejercitarse y de tomar el suplemento a base de aceite de pescado. Un grupo de control consumió solo una comida con alto contenido de grasa.

El estudio encontró una reducción de 38 por ciento en los niveles más altos de triglicéridos en aquellos hombres que tomaron un suplemento a base de aceite de pescado antes de consumir una comida con alto contenido de grasas.  Los niveles máximos de triglicéridos disminuyeron 50 por ciento en los hombres que se ejercitaron y que consumieron un suplemento a base de aceite de pescado antes de comer una comida con alto contenido de grasas.

El ejercicio regular y los suplementos a base de aceite de pescado pueden ser benéficos para las personas preocupadas por mantener un nivel saludable de triglicéridos.

Un estudio similar en el que se hizo la combinación de suplementos a base de aceite de pescado con ejercicio regular mejoró tanto la composición corporal como los factores de riesgo de sufrir enfermedades cardiacas.  Los participantes con sobrepeso que tenían varios factores de riesgo de sufrir enfermedades cardiacas fueron asignados a uno de tres grupos:  aceite de pescado (aproximadamente 1.9 gramos/día de grasas omega-3), aceite de pescado y ejercicio, o placebo (aceite de girasol).  El grupo que hizo ejercicio caminó tres días a la semana durante 45 minutos.  Los factores de riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca y la composición corporal se midieron a la semana 0, la semana 6 y la semana 12.  El grupo que tomó el aceite de pescado presentó una reducción significativa de triglicéridos, mayores niveles de colesterol HDL y mejor vasodilatación arterial (flujo sanguíneo).  Tanto el aceite de pescado como el ejercicio redujeron de manera independiente la grasa corporal.

Este estudio demostró que aumentar la ingesta de ácidos grasos omega-3 podría representar una acción adicional al ejercicio de gran beneficio encaminada a mejorar la composición corporal y a reducir el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular.

Metabolism. 2004 Oct;53(10):1365-71.

Am J Clin Nutr. 2007 May;85(5):1267-74.

En un estudio divulgado en la publicación Archives of Internal Medicine, más de 19,000 hombres fueron reclutados para determinar la relación entre la buena condición cardiorrespiratoria y el riesgo de mortalidad en hombres saludables y en aquéllos con síndrome metabólico.  En el grupo de estudio, que incluyó a cerca de 3,800 hombres con síndrome metabólico, se evaluó la condición física y luego se hizo un seguimiento a lo largo de 17 años.

Los hombres saludables que estaban fuera de forma al inicio del estudio tenían tres veces más posibilidades que sus pares en buen estado físico de morir de enfermedades cardiovasculares. Si bien los hombres con síndrome metabólico tenían 89 por ciento más posibilidades que los hombres saludables de morir de enfermedades cardiovasculares con el paso de los años, los hombres con síndrome metabólico que no estaban en forma tenían dos veces la tasa de mortalidad que sus contrapartes en buen estado físico.

Según los investigadores, “este estudio fortalece el debate a favor de campañas agresivas de salud pública, dirigidas a aumentar los niveles de actividad física en la población”.

La buena condición física, sin importar el peso corporal, puede ofrecer un fuerte efecto protector contra la muerte prematura en hombres con síndrome metabólico así como en hombres saludables.

Arch Intern Med 2004 May 24;164(10):1092-7

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Duke, y publicado en la revista Chest, comparó los efectos de tres diferentes regímenes de ejercicio en el mejoramiento de la condición física de hombres y mujeres con sobrepeso que estaban en riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca.

Los voluntarios fueron clasificados en cuatro grupos: los que no se ejercitaron, los que estuvieron saliendo caminar a paso rápido 12 millas a la semana con una intensidad moderada, los que caminaron a paso rápido o trotaron 12 millas a la semana con una intensidad vigorosa, o los que trotaron 20 millas a la semana con una intensidad vigorosa.

Las mediciones de condición física—el tiempo que tardaron en sentirse exhaustos y el consumo de oxígeno— se realizaron antes y después de entre siete y nueve meses de entrenamiento.

Todos los grupos que hicieron ejercicio vieron mejoras en su condición física en comparación con la línea basal.  Los resultados indicaron que de dos a tres horas de ejercicio ligero a la semana con una intensidad moderada son suficientes para incrementar la condición física aeróbica y reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Incrementar ya sea la intensidad o la cantidad de ejercicio produjo mejoras adicionales en la condición física.

Si bien se haría la invitación a hacer ejercicio aún más vigoroso para obtener un máximo beneficio, el estudio demuestra que es adecuado recomendar el ejercicio ligero para mejorar los niveles de acondicionamiento físico y reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, especialmente en aquellas personas que tienen sobrepeso y son sedentarias.

Chest. 2005;128:2788-2793.