Secretos del sistema inmunitario: Los héroes anónimos de la salud inmunitaria
El sistema inmunitario es poderoso de por sí, pero es todavía más impresionante con las herramientas de que se rodea. Cuando conozca los secretos del sistema inmunitario tendrá un panorama completo de lo que ocurre dentro de su organismo para mantenerlo saludable. Entérese de cómo la anatomía del sistema inmunitario está perfectamente preparada para neutralizar las amenazas y conservar la salud.
Explore las partes de la anatomía que trabajan de la mano con las células inmunitarias para mantener la salud y conozca los secretos del sistema inmunitario. Para protegerlo a usted, los genes, la médula ósea y la piel apoyan a las células del sistema inmunitario. Del más pequeño al más grande, estos ayudadores ofrecen el apoyo que necesita el sistema inmunitario para mantenerlo a usted en pie.
Genes: Inmunidad en el nivel más básico
Los secretos del sistema inmunitario empiezan en el mismo lugar que todas sus características: en su código genético. Cuando se trata de inmunidad adaptativa (parte del sistema inmunitario que cambia con el tiempo), los genes desempeñan un papel central. A través de un grupo de genes llamado complejo de histocompatibilidad mayor (CHM), el sistema inmunitario adaptativo cataloga la información sobre lo que entra al organismo, recuerda por lo que el organismo ha pasado antes e instruye a los glóbulos blancos para dar una respuesta inmunitaria adecuada y saludable.
El CHM es un código genético único de cada individuo a través del cual se crean proteínas en la superficie de las células en respuesta al estímulo de patógenos potenciales. Cuando los macrófagos (un tipo de glóbulo blanco) consumen y descomponen un germen, se producen proteínas de superficie. Luego, estas proteínas del CHM se unen con fragmentos del patógeno destruido y se presentan ante las células del sistema inmunitario adaptativo. Esos fragmentos del patógeno destruido ayudan a que las células inmunitarias recuerden.
Así es como las células inmunitarias adaptativas, como las B y las T, saben qué hacer cuando aparece de nuevo el mismo invasor. Las proteínas CHM ya han marcado a esos microbios y han hecho de ellos el objetivo de una respuesta inmunitaria saludable en el futuro. Con instrucciones para dividir y conquistar, las células inmunitarias adaptativas pueden multiplicarse y atacar la siguiente vez que el germen sea detectado en el organismo.
Los genes que controlan al CHM hacen que el sistema inmunitario sea eficiente y efectivo. El CHM mantiene bajo control la producción de anticuerpos y solo los produce después de la primera exposición a un germen. De esta forma, el sistema inmunitario puede dedicar toda su atención a posibles patógenos únicos y nuevos para registrarlos en su memoria genética.
Médula ósea: Crea sangre e inmunidad
El gel espeso del interior de los huesos se llama médula, y hace gran parte del trabajo del sistema inmunitario que tal vez nunca veremos: así esconde algunos de los secretos del sistema inmunitario.
La médula ósea es un órgano que fabrica células sanguíneas (el término científico para ello es hematopoyética). Los glóbulos rojos y blancos empiezan en la médula ósea, igual que otros poderosos participantes del sistema inmunitario.
En el organismo hay dos tipos de médula ósea, roja y amarilla. La amarilla es precursora de la roja; se mantiene en reserva para reaprovisionar de médula roja en caso de que ocurra una pérdida importante de sangre.
La médula roja es tan importante porque produce:
- Glóbulos rojos
- Neutrófilos (un tipo de glóbulos blancos)
- Células T (los linfocitos, o glóbulos blancos, entran en acción en reacciones inmunitarias que no requieren anticuerpos)
- Células B (linfocitos responsables de la producción de anticuerpos, proteínas inmunitarias que se vinculan con posibles patógenos)
La función de estos glóbulos blancos en la salud inmunitaria es un tema popular, y usted puede enterarse de más en esta perspectiva general del sistema inmunitario. Pero la médula ósea produce otras células que colaboran con estos gigantes celulares.
Investigaciones científicas apuntan a que la médula roja es el origen de las células asesinas naturales y las células dendríticas. Las células asesinas naturales también son tipos de linfocitos (glóbulos blancos) emparentados con las células T y B; pueden ayudar a protegerlo sin cebar anticuerpos. Las células dendríticas hacen las veces de mensajeros del sistema inmunitario para relacionar el sistema inmunitario innato (sistema inmunitario con que se nace) y el adaptativo. Se encuentran en la piel y el sistema digestivo, y envían mensajes a las células T.
En la médula ósea tiene lugar también una sinfonía de comunicación celular entre todas estas células inmunitarias en desarrollo y maduras, de tal forma que la médula ósea es un resonante nodo central de actividad para la protección inmunitaria.
Como la médula ósea es tan importante para la inmunidad, es imperativo protegerla. Asegúrese de que en la dieta recibe suficiente vitamina D, calcio, magnesio y otros oligoelementos. Preocúpese por los huesos, para que también le ayuden a cuidar de usted.
Intestino: Gérmenes que ayudan
Por irónico que parezca, el intestino está lleno de bacterias. Las bacterias intestinales residen ahí sin llamar la atención, sin dar muchos problemas. Podría parecer difícil de entender, pero estos microbios desempeñan una función crucial en el sistema inmunitario.
Los intestinos enfrentan más antígenos (materia extraña que empieza una respuesta inmunitaria) que cualquier otra parte del organismo. Al mismo tiempo que filtran la plétora de microbios que reside en el interior, la mucosa intestinal (recubrimiento) debe responder adecuadamente, tarea muy ardua para una barrera que no tiene más que una célula de grueso.
Los microbios potencialmente dañinos que tratan de atravesar el recubrimiento mueren en el intento en sus vías. Las células que recubren los intestinos secretan proteínas que reclutan glóbulos blancos en el área afectada, y como usted sabe, los glóbulos blancos representan mucha protección. Estas células epiteliales también producen péptidos antimicrobianos y moco que atrapa a las bacterias.
Pero no todas las bacterias constituyen una amenaza. Los microbios comensales (esos que suelen llamarse microbioma intestinal) digieren compuestos y extraen nutrientes que el organismo no puede procesar por sí mismo. Algunas bacterias intestinales también sintetizan ciertas vitaminas B y vitamina K. Las vitaminas B, como la B12, también apoyan el funcionamiento saludable del sistema inmunitario. La vitamina K es un importante componente para mantener la producción de factores de coagulación sanguínea.
La comunidad de bacterias útiles que vive en el intestino empieza a desarrollarse al nacer. Todos los microorganismos a que se expone un bebé en los primeros días de vida colonizan el microbioma, el cual sigue formándose a través de factores dietarios y ambientales. En general, se supone que es conveniente ingerir alimentos que contengan bacterias —como yogurt y otros alimentos fermentados— porque ayudan a mantener el equilibrio de las bacterias saludables del intestino.
Piel: Protección todo alrededor
La piel no parece ser uno de los secretos del sistema inmunitario: todos los días vemos esa barrera entre los órganos internos y el mundo exterior. Siendo el órgano más grande del cuerpo, la función principal de la piel es proteger de riesgos e invasiones físicas.
La primera línea defensiva es una gruesa capa de células muertas. Sí. La característica protectora y resistente de la piel se debe a células cutáneas muertas llamadas queratinocitos. El nombre se debe a que estas células están repletas de una proteína que lleva por nombre queratina, también presente en el cabello y las uñas. La queratina es dura, y constituye una magnífica defensa para los vulnerables órganos internos.
Pero la capa exterior muerta no es todo. La piel está constituida por múltiples capas de células funcionales. Cuando la piel genera nuevas células en las capas inferiores, las células viejas mueren y son empujadas hacia la parte superior. Cuando posibles invasores llegar a alojarse en el cuerpo, las capas superiores de queratinocitos muertos les bloquean la entrada.
No obstante, no todos los queratinocitos de la piel están muertos, los vivos residen justo abajo de la superficie de la piel y ayudan al sistema inmunitario de otra manera. Los queratinocitos vivos producen proteínas antimicrobianas. Este mecanismo de defensa colabora con otras células inmunitarias para mantener saludable el organismo.
Es inevitable que la piel sufra lesiones. Si bien las cortaduras y los raspones suelen ser inofensivos, abren la puerta al mundo exterior. Afortunadamente, la piel está equipada para manejar este tipo de problemas. Sin dudarlo, un ejército de células con tareas específicas se alinea para sellar la abertura.
El término común para “hemostasia” (interrupción de un flujo de sangre) es “costra”, que se crea cuando las plaquetas (células sanguíneas que forman coágulos) rodean la herida y empiezan a coagularse. Al tiempo que se coagulan y forman un recubrimiento temporal sobre la piel abierta, las plaquetas piden ayuda a otras células inmunitarias a través de la señalización celular.
Los glóbulos blancos —como neutrófilos y macrófagos— colaboran para curar la herida después de que las plaquetas los reclutan. Estas células inmunitarias ayudan a proteger la piel dañada y luego recogen los desechos del área afectada para preparar la base de un crecimiento y división celular normales y saludables. Las células inmunitarias garantizan que la piel empiece de cero a construir nuevo tejido saludable.
Sin una barrera segura a su alrededor, el cuerpo estaría desprotegido. Lo bueno es que la piel está ahí para ahuyentar a visitantes indeseables, por eso es un órgano notable y dinámico que colabora con el poderoso sistema inmunitario.
Inmunidad individualizada
Es cierto que el sistema inmunitario es único: todos tenemos los mismos fundamentos básicos de inmunidad, pero la experiencia de cada uno define la forma de respuesta del organismo. El sistema inmunitario está constantemente aprendiendo y adaptándose. Cada vez que entra en contacto con algo nuevo, crea nuevas defensas que también se archivan para la próxima vez.
La tarea de cada quien es proporcionar un entorno seguro en que pueda prosperar el sistema inmunitario. Lavarse las manos, dormir suficiente y tener una adecuada higiene personal ayuda a mantener en forma la inmunidad. También cuide de su organismo con una dieta saludable y rica en nutrientes y un estilo de vida saludable. Apoye al sistema inmunitario para que esté listo para defenderlo.
Referencias
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“The interplay between the bone and the immune system.” Clinical and Developmental Immunology.
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“Immunology problem set and tutorial.” University of Arizona.
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“Gut microbiota info.” Gut Microbiota for Health.
“Chapter 95: microbiology of the intestinal tract.” Medical Microbiology. 4th edition.
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“Review: skin and the immune system.” Journal of Clinical and Experimental Dermatology Research.