El sistema inmunitario: guardián de su organismo

El sistema inmunitario libra una batalla todos los días, a eso se dedica.

Usted está protegido por una defensa coordinada. Las células, las proteínas y la señalización química unen sus fuerzas contra las bacterias, virus, parásitos y otros agentes patógenos. Su sistema inmunitario ayuda también a la cicatrización de heridas, la renovación celular y de los tejidos, y a restaurar.

Un sistema inmunitario saludable y funcional es una maquinaria compleja constituida por muchas capas, subsistemas, tejidos, órganos y procesos, y un conocimiento básico del mismo puede ayudarle a saber qué necesita para mantenerlo saludable.

Barreras de Entrada

Imagine que su organismo es un castillo que tiene que defenderse. La primera capa de defensa son sus barreras físicas y químicas, unos muros altos y gruesos que alejan a muchos intrusos.

La piel es la barrera física más obvia, es muy buena. El órgano más grande es un recubrimiento a prueba de agua que protege contra los agentes patógenos. La estructura de la piel, las sustancias que se encuentran en su superficie y otros compuestos de capas más profundas, ayudan a dar protección.

La piel hace un buen trabajo, pero hay otras vías de entrada al organismo, por eso hay otras barreras físicas.

Las vías respiratorias superiores tienen cabellos delgadísimos llamados cilios, los cuales pueden alejar de los pulmones la materia que puede dañarlos. La barrera intestinal bloquea la absorción de sustancias potencialmente dañinas, y a través de las funciones excretoras (baño), se expulsan físicamente los agentes patógenos.

El moco difumina la línea entre lo físico y lo químico. No importa en qué categoría se clasifique, el moco es una trampa efectiva para los invasores que producen membranas por todo el cuerpo. Esta sustancia espesa y pegajosa es una trampa que atrapa a los microbios y no los deja ir.

Otras barreras químicas son las lágrimas, la saliva, el ácido estomacal y las sustancias químicas protectoras que se producen en el interior de las células y en la sangre.

Inmunidad en General: Sistema Inmunitario Innato

En ocasiones, al sistema inmunitario innato se le llama sistema inmunitario no específico. Este subsistema de la defensa inmunitaria general forma parte del código genético de cada quien, y es la parte innata, o inherente; proporciona protección más general porque destruye todos los microbios que entran al organismo. Es la parte no específica.

Las defensas celulares entran en acción si un agente patógeno sobrevive a las barreras físicas y químicas, que también podrían considerarse como parte del subsistema innato. Es aquí donde entran los fagocitos (tipo específico de célula inmunitaria). Estos glóbulos blancos hacen las veces de guardias que patrullan el organismo y destruyen a los invasores.

Dichas células se encuentran en todos los tejidos del organismo; acaban con los agentes patógenos mediante un proceso llamado fagocitosis. Es complicado, pero hay una forma sencilla de explicarlo.

Los fagocitos se comen a los microbios invasores, y hay una razón por la que se llaman fagocitos: phago proviene del griego “comer”. Los fagocitos ingieren o engullen a los invasores. Mientras está atrapado el agente patógeno, se despliegan varios mecanismos asesinos que lo destruyen.

Algunos fagocitos tienen receptores que distinguen entre las células saludables y las sustancias potencialmente perjudiciales. (También tienen que ver con la renovación de las células muertas o en vías de morir). Otros comedores de agentes patógenos pasan por un proceso de señalización química hacia sitios donde pueden ser muy útiles. Los fagocitos ayudan incluso a depurar y reparar una vez que son destruidos los invasores.

Inmunidad Adaptativa

El sistema inmunitario adaptivo es como una base de datos inmunitaria. Después de encontrar a un agente patógeno específico, las células inmunitarias pueden recordar la mejor forma de acabar con él, por eso también se le llama inmunidad adquirida o específica.

La exposición original al agente patógeno puede ser intencional o accidental, eso no importa. Una respuesta normal y saludable empieza con un antígeno. Imagine al antígeno como el código de barras de cada célula.  Así como cada artículo del supermercado tiene un código de barras único, cada tipo de célula tiene su propio código de antígeno que lo identifica.

Estos antígenos —principalmente proteínas— también pueden identificar a los patógenos. El sistema inmunitario ha aprendido a interpretar esos códigos de antígenos. Cuando se percatan de una materia extraña, inician una respuesta inmunitaria.

Cada antígeno único desencadena la creación de un anticuerpo único. El anticuerpo con forma de “y” vuelve a unirse al antígeno correspondiente y marca al invasor para que lo ataquen otras células inmunitarias.  Algunos anticuerpos pueden incluso ocuparse del asunto ellos mismos.

Los linfocitos (otro tipo específico de célula inmunitaria) son las principales células implicadas en el sistema inmunitario adaptativo. En la médula ósea se producen dos tipos de glóbulos blancos, células T y células B, las cuales pueden atacar y matar por sí mismas a los agentes patógenos, o bien, ayudar a otros glóbulos bancos en su tarea.

Las células T y B forman la base del banco de memoria inmunitaria del organismo. Las células B presentan antígenos y crean y liberan anticuerpos. Las células T de memoria —esas que sobreviven a ataques previos— rápida y efectivamente responden ante agentes patógenos conocidos. Juntas, ayudan a que el sistema inmunitario destruya eficiente y efectivamente a bacterias, virus u otros agentes patógenos conocidos.

Defensa del Sistema Inmunitario

Ya mencionamos antes cómo funciona un sistema inmunitario normal y saludable, pero las defensas pueden sufrir el impacto del medio ambiente, la dieta, el estrés, el sueño, los viajes y otros factores del estilo de vida.

La función inmunitaria saludable es un esfuerzo conjunto de todo el organismo, y mantenerlo implica un enfoque holístico. A continuación, algunas ideas que pueden ayudar:

  • Duerma cuando menos siete horas diarias y evite las noches en vela.
  • Ejercítese regularmente para fomentar las células de memoria, fortalecer la inmunidad de la piel y movilizar a las células inmunitarias.
  • Minimice el estrés lo más posible o practique estrategias de afrontamiento saludables, como el ejercicio.
  • Que su dieta sea saludable y balanceada, con abundantes frutas, verduras y proteínas magras que aporten micro- y macronutrientes esenciales, así como importantes fitonutrientes. Una dieta saludable (que incluya cantidades saludables de fibra) también proporcionará al microbioma lo que necesita para mantener un adecuado funcionamiento de la barrera intestinal.
  • Practique una higiene adecuada, que incluya lavado frecuente de las manos, de modo que, de entrada, su organismo no tenga que enfrentar a muchos agentes patógenos.