Conozca todo sobre el sonido y la salud para saber cómo combatir la contaminación auditiva

Recuerde cuándo fue la última vez que experimentó el silencio. ¿Fue en el bosque? Tal vez en un vuelo, cuando se puso unos audífonos con supresión de ruido. Sin importar dónde, un hecho es casi seguro: no era un verdadero silencio.

El zumbido de un refrigerador, el piar de las aves, o el levísimo rumor de las hojas… siempre hay un sonido que rompe el silencio. Es virtualmente imposible escapar del ruido. Es un hecho de la vida.

El sonido es tan constante que la mayoría de las personas no piensa demasiado en él. Algunos ruidos son más agradables que otros, pero más allá de esto, no es más que ruido. Sin embargo, el sonido no es solamente agradable o desagradable, también es saludable o no saludable.

Ahora, antes de que usted se lance a hacer su vida lo más silenciosa posible, pongamos algo en claro: no todo el ruido es malo. Conocer la relación entre sonido y salud le ayudará a reducir al mínimo el ruido negativo, al tiempo que disfruta de los beneficios de la música y otros sonidos positivos.

Así que vuelva a poner esos tapones para los oídos en el cajón (por el momento) ¡y siga leyendo!

Fisiología de la audición

Cualquier discusión sobre sonido y ruido debe empezar por la audición, y para hablar de audición, es necesario hablar de los oídos.

El oído se divide en tres partes: externo, medio e interno. Cada parte tiene una función vital en la transformación de los sonidos de su entorno en impulsos eléctricos que el cerebro puede interpretar. El proceso del sonido empieza en el oído externo, que incluye las porciones visibles que están en la cabeza (es decir, el pabellón auricular u oreja), así como el conducto auditivo externo.

El pabellón auricular funciona como un embudo: capta las ondas sonoras del entorno y las lleva al conducto auditivo. Una vez en el conducto, las ondas se amplifican al tiempo que se canalizan hacia el tímpano, y esto nos lleva al oído medio.

El tímpano, o membrana timpánica, es una capa de tejido conectivo y piel que separa el oído externo del oído medio. Cuando las ondas sonoras chocan con el tímpano, éste empieza a vibrar. Estas vibraciones hacen que una serie de huesos diminutos, colectivamente llamados huesecillos del oído, se muevan. Al hacerlo, amplifican las ondas sonoras.

El trayecto de una onda sonora termina en el oído interno, y de ahí, las ondas se canalizan hacia la cóclea, órgano en forma de espiral lleno de líquido. El sonido de las ondas pone en movimiento el líquido coclear, que, a su vez, mueve miles de terminaciones nerviosas. Estos nervios convierten las vibraciones de la onda sonora en impulsos eléctricos que luego se retransmiten al cerebro, que las interpreta.

Si este proceso parece complicado, ¡es porque lo es! Y muchas cosas pueden ir mal, especialmente si están implicados ruidos fuertes. Pero según parece, los efectos negativos de ciertos ruidos van mucho más allá del proceso fisiológico de la audición.

Contaminación auditiva: los infortunios de vivir en una ciudad

Si usted vive en algún lugar cercano a una ciudad, probablemente está familiarizado con el concepto de contaminación lumínica. De la contaminación auditiva, por otra parte, se habla mucho menos, aun si sus efectos están igualmente generalizados, pero los riesgos para la salud son mucho mayores.

Entonces, ¿qué es la contaminación auditiva? En pocas palabras, es la presencia de largo plazo de ruidos peligrosamente fuertes (en general en áreas urbanas).

La definición anterior exige cierta explicación. Para empezar, ¿qué califica como ruido peligrosamente fuerte? La intensidad del sonido, o volumen, se mide en decibeles. El zumbido de un refrigerador, por ejemplo, registra más o menos 40 decibeles. Una unidad de acondicionamiento de aire, 55 decibeles. En Estados Unidos, la Occupational Safety and Health Administration [Administración de Seguridad y Salud Ocupacional] (en general conocida como OSHA) requiere que los empleadores implementen programas de protección auditiva si en un lugar de trabajo el ruido rebasa los 85 decibeles.

Pero usted no tienes que ganarse la vida operando un martillo neumático para estar regularmente expuesto a sonidos por encima de los 85 decibeles. En ciertas ciudades de India, solo el ruido del tráfico supera dicho nivel, y en las unidades de recuperación de algunos hospitales estadounidenses, el volumen del ambiente puede ser superior a los 90 decibeles (no exactamente un apacible entorno de sanación).

Ruido tóxico: efectos mentales y físicos del ruido

Si de la sección anterior se puede extraer una conclusión, es esta: la vida es ruidosa. Las ciudades son ruidosas. Y el mundo es cada vez más ruidoso. ¿Y entonces? Aparte de que posiblemente sea perjudicial para la audición —de por sí, riesgo grave para la salud— la exposición de largo plazo a la contaminación auditiva puede afectar la salud de diferentes maneras.

Los efectos adversos del ruido en la salud pueden empezar a 50 decibeles. Si usted se expone frecuentemente a sonidos por encima de ese umbral, la presión sanguínea suele empezar a elevarse. Súbale unas rayitas al volumen y podría correr un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiacas.

Estos son apenas los efectos físicos de la contaminación auditiva; veamos ahora los mentales.

Uno de los efectos más obvios de la contaminación auditiva es la reducción del tiempo de sueño, así como de su calidad. Es muy sencillo: mientras más ruido, peor va a dormir. El sueño deficiente tiene ramificaciones físicas (usted va a sentirse cansado), pero puede también incrementar la sensación de ansiedad y la irritabilidad.

La contaminación auditiva también puede dificultar la concentración tanto en la oficina como en la escuela, e incrementar la ansiedad. Esto, a su vez, puede aumentar la sensibilidad al ruido y dar lugar a un ciclo de retroalimentación.

Reconquistemos el ruido: paisajes sonoros y otros experimentos sónicos

Ahora ya sabe que “contaminación auditiva” suele referirse a la interminable cacofonía de tráfico, construcción y, en general, el volumen imperante en la mayoría de las áreas urbanas. ¿Y si esos sonidos (u otros en su vecindario) se reemplazaran con sonidos relajantes? Si los estridentes cláxones incrementan su ansiedad, ¿el trino de un ave podría reducirla?

Afortunadamente no tienes que fiarse de la especulación. Algunos funcionarios públicos, músicos e ingenieros de sonido han seguido exactamente esa línea de pensamiento e implementado útiles paisajes sonoros en espacios públicos.

Un paisaje sonoro es básicamente una banda sonora seleccionada intencionalmente para reproducirse en cierto espacio. La banda sonora puede incluir cualquier cosa. Puede elegir música clásica, el sonido de un arroyo burbujeante, o, en el caso de una ciudad de California, trinos de pájaros. En Lancaster, California, el alcalde aprobó la instalación de bocinas en una sección de la calle principal. Esas bocinas reproducían constantemente una mezcla de música y trinos de aves. Al cabo de un año, los delitos se habían reducido en 15 por ciento.

En Londres, en una estación del metro con elevados índices delictivos se instaló un sistema de bocinas del mismo tipo que solo reproducían música clásica. Los resultados fueron similares: los índices delictivos se redujeron.

Cómo influye la música en su salud

Después de toda esta charla sobre los efectos negativos del ruido, tal vez tenga una pregunta en mente: ¿y la música? No se preocupe, puede archivar la música en la categoría de “ruido bueno”.

A la gente le gusta pregonar las bondades de oír música clásica: es bueno para el cerebro, es bueno para su bebé, es bueno para su perro, etcétera. Muy bien podría ser cierto, pero analicemos el porqué.

La música involucra múltiples áreas del cerebro, incluidas algunas no asociadas con la audición y el procesamiento auditivo. Mediante imágenes de resonancia magnética funcional, o fMRI, los investigadores han podido observar en tiempo real el efecto de la música en el cerebro. Mientras un individuo oye música, ésta estimula la actividad de las áreas del cerebro asociadas con la memoria, el movimiento y la emoción.

Es posible que este incremento de la actividad cerebral haya dado lugar a la popular idea de que la música clásica nos hace más inteligentes, si bien es difícil cuantificar el efecto de la música en la inteligencia. Pero lo siguientes es lo que sí sabemos:

  • Oír música puede hacer que el organismo libere dopamina, serotonina y otros neurotransmisores que ayudan a regular el estado de ánimo
  • La música puede ayudar a reducir la ansiedad
  • Oír música clásica y jazz puede ayudar a levantar el ánimo
  • La música puede ayudar a sentirse energizado

Estos beneficios para la salud, y otros, han dado lugar al desarrollo de la musicoterapia.

La musicoterapia conecta sonido y salud

La música influye en la salud de diferentes maneras, de ahí que profesionales de diversas áreas de la salud les hayan dado un buen uso a los efectos positivos de la música. Estas prácticas, de aplicación en campos tan diversos como la terapia física y la consulta psicológica, se conocen como musicoterapia.

En resumen, la musicoterapia se refiere al uso de la música (tanto oírla como tocarla) por profesionales autorizados para obtener ciertos resultados en un entorno clínico. El campo es amplio, y mientras más se descubre, más crece.

Tal vez usted esté familiarizado con la musicoterapia como forma de tratamiento para la salud mental porque suele ser común en los principales medios de comunicación y la cultura pop. Y es cierto: la música puede ayudar a las personas a controlar la ansiedad, el estado de ánimo y más. Sin embargo, es probable que no le sea tan familiar la musicoterapia como forma de terapia física.

Un uso sorprendente de la musicoterapia es como apoyo para pacientes con accidente cerebrovascular. Si una persona que se recupera de un accidente cerebrovascular ha perdido la capacidad de hablar, tal vez pueda cantar. Cuando cantan, los pacientes pueden trabajar en la recuperación de algunas de las funciones motoras y cognitivas necesarias para hablar.

Con pacientes de la enfermedad de Parkinson se puede utilizar un enfoque parecido. En estos casos, las cualidades rítmicas de la música pueden ayudar a algunos con el movimiento.

Aproveche al máximo la relación entre el sonido y la salud en su vida

Es imposible —o cuando menos increíblemente impráctico— para la mayoría de las personas evitar de manera definitiva la contaminación auditiva. Entonces, ¿qué sería lo mejor después de eso?

Tome conciencia del ruido que forma parte de su vida. Si vive a poca distancia de un crucero muy transitado, tal vez le convenga invertir en unos tapones para los oídos que podrían ser la diferencia entre una buena noche de sueño y estar dando vueltas en la cama hora tras hora. Si trabaja en un entorno ruidoso, categóricamente, proteja sus oídos. También pruebe dedicando tiempo a la meditación y otras actividades silenciosas para balancear su exposición al ruido.

Pero que no le dé miedo ponerse unos audífonos de vez en cuando para oír esas viejas canciones favoritas, melodías nuevas o hasta trinos de pájaros combinados con música clásica. A un volumen seguro, ¡por supuesto!