Cómo lidiar con los comedores quisquillosos: Explore las causas y soluciones con respecto a los comedores quisquillosos
Ya sea por sus propias preferencias alimenticias, por tener un cónyuge quisquilloso o un hijo que come cualquier cosa menos una verdura, probablemente usted haya tenido que lidiar con un comedor quisquilloso de una forma u otra. Esto puede ser desde un pequeño inconveniente hasta una gran molestia. Sin embargo, ¿el ser quisquilloso con la comida puede representar un problema para la salud?
Al fin y al cabo, la nutrición es un aspecto fundamental de la salud, independientemente de la edad. Y una parte fundamental de la nutrición es llevar una dieta balanceada. Sin embargo, ¿es posible llevar una dieta balanceada y nutritiva siendo un comedor quisquilloso?
La respuesta corta es: depende. Siga leyendo para descubrir la respuesta larga y conocer consejos sobre cómo lidiar con los comedores quisquillosos—ya sea usted, su hijo o su pareja—y proporcionarles los nutrientes que necesitan.
Qué significa ser quisquilloso con la comida y cómo surge el comedor quisquilloso
Las personas pueden ser quisquillosas con la comida de diferentes maneras. Hay una serie de preferencias alimentarias que pueden describirse como selectivas y cada una de ellas puede variar en intensidad. Sin embargo, si se pudiera resumir la variedad de experiencias de los comedores quisquillosos en una sola definición, sería algo así: comer de manera quisquillosa consiste en evitar alimentos, texturas, sabores u otros elementos específicos en la alimentación.
Cuando se trata de lidiar con alquien quisquilloso con la comida, la mayoría de las personas se hacen la misma pregunta: ¿cómo puedo conseguir que mi comedor quisquilloso deje de serlo? Sin embargo, antes de comenzar a pensar en soluciones para lidiar con los comedores quisquillosos, es importante entender las causas subyacentes de este comportamiento.
No todos los comedores quisquillosos son iguales. Algunos evitan ciertos alimentos simplemente porque no les gusta el sabor, mientras que la aversión de otros se basa en la textura. Algunos tienen una reacción visceral a los alimentos que evitan (náuseas o incapacidad para tragar), mientras que otros simplemente prefieren no comer ciertos productos. La intensidad de la aversión de una persona a alimentos específicos —así como su reacción a los mismos—puede ayudarle a identificar la causa subyacente de esa aversión.
En algunos casos, el hecho de ser quisquilloso con la comida puede atribuirse a la neofobia (el miedo o la aversión a las experiencias nuevas y desconocidas). Los alimentos desconocidos pueden presentar una amplia gama de nuevas experiencias: sabores, texturas, olores, etc. Esta experiencia multifacética es parte de lo que hace que comer sea agradable y emocionante. Pero para algunos, estas nuevas sensaciones pueden ser intimidantes.
Los alimentos conocidos son reconfortantes y predecibles, y algunas personas quieren que sus experiencias alimenticias sean precisamente eso: reconfortantes y predecibles. Aunque no existe un motivo único identificado como causa de neofobia relacionada con la comida, algunos estudios sugieren que es un rasgo hereditario. Eso significa que si sus padres son neófobos, es muy probable que usted también lo sea.
También existe una relación entre los comedores quisquillosos y el hecho de que hayan sido expuestos a alimentos diferentes en etapas más tardías de su infancia. Básicamente, cuanto más tiempo permanezca un niño pequeño en la rutina de comer sólo un surtido de alimentos, más probable será que desarrolle hábitos alimenticios selectivos. Por ejemplo, si no se les da la oportunidad de comer alimentos agrios desde el principio, pueden desarrollar una aversión a estos.
Si un comedor quisquilloso experimenta reacciones corporales a ciertos alimentos, tales como náuseas o la necesidad de escupir, su quisquillosidad puede ser el resultado de una aversión sensorial a los alimentos. Las personas con aversión sensorial a los alimentos experimentan un mayor estímulo sensorial de ciertos aspectos de la comida. Puede ser la temperatura, la textura, el sabor o el olor. Y debido a este aumento de información sensorial, comer estos alimentos puede ser abrumador y desagradable.
¿Puede la salud verse afectada al ser un comedor quisquilloso?
Ser quisquilloso con la comida puede ser frustrante para todos los implicados. Pero para muchos padres, esa frustración tiene su origen en la preocupación. Llevar una dieta balanceada es una parte crucial de un estilo de vida saludable y, en muchos casos, el ser quisquilloso se interpone en el camino de una dieta balanceada. En resumen, este hábito puede tener un efecto en su nutrición.
Esto lleva a muchos padres a plantearse la misma pregunta: ¿hasta qué punto es malo para la salud de mi hijo el ser quisquilloso? Aunque los efectos de la alimentación selectiva en la nutrición varían de una persona a otra, hay tendencias comunes que los padres deben tener en cuenta.
Uno de los efectos más comunes de la alimentación selectiva en los niños es la dificultad de mantener un peso saludable. Para los comedores extremadamente quisquillosos, especialmente los que tienen aversión sensorial a los alimentos, comer puede convertirse fácilmente en una obligación. Simplemente no hay muchos alimentos que les guste comer, por lo que no comen todo lo que necesitan. Aunque el bajo peso no siempre es un riesgo para la salud, puede indicar desnutrición; el niño no recibe los nutrientes necesarios para el crecimiento y desarrollo de su organismo.
Curiosamente, ser quisquilloso con la comida también puede tener el efecto contrario en el peso de su hijo. Debido a que los comedores quisquillosos tienden a evitar las frutas y verduras, su dieta suele consistir principalmente en carbohidratos—especialmente refinados—y alimentos procesados y, cuando se consumen en grandes cantidades, estos dos tipos de alimentos pueden provocar un aumento de peso. Una vez más, esto es una indicación de que su hijo no está obteniendo los nutrientes que necesita.
En pocas palabras, los niños (y, en todo caso, cualquier adulto quisquilloso) deben comer una variedad de alimentos integrales, como frutas frescas, verduras, cereales integrales y proteínas magras. Desafortunadamente, estos son los alimentos que más evitan los comedores quisquillosos. Sin una ingesta de frutas y verduras frescas, carne no procesada y cereales integrales, es difícil obtener las cantidades adecuadas de fibra, proteínas y vitaminas que necesita el cuerpo en crecimiento de un niño.
Estrategias para lidiar con los comedores quisquillosos
Así que sus sospechas se han confirmado: ser quisquilloso con la comida no es precisamente saludable y, desde luego, no es lo ideal. Entonces, ¿qué se puede hacer? Afortunadamente, los comedores quisquillosos no tienen por qué ser quisquillosos de por vida. Hay una variedad de estrategias que usted puede implementar para ayudar a un comedor quisquilloso a ampliar sus gustos; sólo es cuestión de elegir la estrategia adecuada para la situación.
Los estudios sugieren que muchas aversiones alimenticias pueden superarse con una exposición repetida. Esto significa que un comedor quisquilloso puede llegar a disfrutar de un alimento que evita si lo prueba varias veces. Digamos que su hijo odia los tomates. Si le continúa ofreciendo tomates con frecuencia, y de diversas formas, puede que le lleguen a gustar. Si ha escuchado el término “gusto adquirido”, el mismo principio se aplica aquí. Sólo se trata de ayudar a su hijo a adquirir el gusto por ciertos alimentos.
Los niños responden al buen ejemplo. Si usted no come verduras, es muy probable que su hijo tampoco las coma. No prepare comidas diferentes para usted y para su hijo: siéntese a la mesa y coman juntos la misma comida. Demuéstreles a sus comedores quisquillosos que usted disfruta de una variedad de alimentos. Además, preparar la comida de distintas maneras puede ayudar al niño a conocer nuevos alimentos. Si su hijo odia las zanahorias crudas, haga la prueba y cocínelas al vapor. (¿Le preocupa cómo afectará esto el contenido de nutrientes de su comida? Lea sobre los efectos de la cocción en las verduras.)
6 consejos para facilitar la alimentación de los comedores más quisquillosos
Si está buscando una variedad de alimentos sencillos y prácticos para intentar que su hijo coma, no busque más. Pruebe estos seis consejos a continuación.
- Dele opciones a su hijo: A medida que los niños crecen y se desarrollan, también crece su autonomía. Esto significa que los niños van a querer opinar más sobre los alimentos que comen. Obviamente, un niño de cuatro años no debería tener el control total de su dieta, pero puede complacer su incipiente sentido de la autonomía ofreciéndole opciones. Si le cuesta que sus hijos coman zanahorias, puede que la razón no sean las zanahorias. Podría tratarse de la sensación de autonomía y control de los niños. En lugar de obligarlos a comer una zanahoria, proporcióneles dos opciones saludables y pregúnteles cuál prefieren. A veces, una pregunta tan sencilla como “¿Quieres zanahorias o judías verdes esta noche?” puede resolver el problema.
- No prepare comidas separadas: Como ya se ha dicho, los niños imitan el comportamiento de sus padres. No ceda si su hijo ve una comida que ha preparado y exige otra cosa. Siéntense a la mesa y coman juntos. Mientras lo ven comer y disfrutar de la comida, sus hijos podrían decidir hacer lo mismo. Una vez más, asegúrese de permitir la elección dentro de la comida —guisantes o brócoli, por ejemplo—, pero no deje que los niños opten por una comida completamente diferente.
- Establezca y mantenga rutinas: Los niños crecen y se desarrollan adecuadamente en un entorno con rutinas establecidas, y la hora de la comida no es una excepción. Gran parte de los problemas de alimentación pueden atribuirse a que los niños evitan lo desconocido. Probar nuevos alimentos y diversificarlos ya es bastante estresante para los niños pequeños, así que intente que el resto de su experiencia alimenticia sea predecible y consistente. Reserve bloques de tiempo cada día específicamente para las comidas. Sea consistente con la hora y el lugar donde comen usted y sus hijos.
- Sea paciente y no lo obligue: Si su hijo se niega a comer brócoli, probablemente no se despertará un día y lo amará milagrosamente. Adquirir el gusto llevará tiempo y una exposición repetida. Esto puede significar que su hijo mastique un trozo de brócoli para luego escupirlo, ¡y eso no tiene nada de malo! Deles tiempo a los comedores quisquillosos para que se adapten a los nuevos alimentos y continue dándoles oportunidades para que prueben los diferentes alimentos.
- Varíe sus alimentos: Aunque la exposición repetida es una forma de ayudar a un niño a comer un alimento, esto no significa que sólo deba preparar ese alimento hasta que le guste. Si su hijo odia los pimientos crudos, por ejemplo, no intente darle de comer pimientos crudos todas las noches. Recuerde que su aversión puede ser causada por la textura. Cambie la manera en que los prepara—pruebe servirlos asados o salteados. Y, seamos sinceros, los pimientos no son el único alimento saludable que existe. No tenga miedo de darle un respiro y servirle a su hijo otros alimentos nutritivos: quizá zanahorias, brócoli o judías verdes.
- Prueba la terapia de alimentación: Si tiene un niño extremadamente quisquilloso o con una aversión sensorial a los alimentos, la terapia de alimentación también es una opción que puede considerar. La terapia de alimentación es especialmente útil para los niños con fuertes aversiones corporales a la comida, es decir, niños que tienen arcadas, tos, escupen o se ahogan cuando comen alimentos que no les gustan. Aunque no debería ser su primera solución, la terapia de alimentación puede ser una gran manera de ayudar a su hijo a disfrutar de la comida cuando todo lo que ha tratado hasta ahora no ha funcionado.