Una definición del microbioma: conozca a sus amigas las bacterias
Nunca estamos solos. Nuestro cuerpo se mueve siempre acompañado por billones de amigos microbianos. Pero eso no es malo. Todos ellos constituyen nuestro microbioma, una palabra que usted escucha con frecuencia, pero que tal vez no entiende del todo. Definir el microbioma es, de hecho, bastante sencillo. Es el conjunto de bacterias, hongos, protozoarios y virus mencionados arriba. Pero no permita que esa sencilla definición lo engañe. El microbioma es un tópico expansivo.
Si ésta es la primera vez que oye hablar del microbioma, tenga calma. No hay razón para sacar el antiséptico. Tampoco debe sentirse sucio o que provoca asco. Y tampoco tiene por qué moverse con extrema precaución solo porque usted sea un ecosistema de billones de bacterias y microbios.
El microbioma es parte normal de una vida saludable, y muchos estudios sugieren que nuestra comunidad de microbios incluso podría desempeñar un gran papel en nuestra salud.
Pero si todavía se siente un poco intranquilo, tal vez pueda ayudarle que le digamos qué es el microbioma, así que es momento de ir más allá solo de definirlo y vamos a presentarle a sus amigos bacterianos.
Un poco de biología bacteriana básica
Otros microbios viven en nuestro microbioma, pero las bacterias representan la porción más dominante y la más estudiada, y a partir de ahora serán el centro de nuestra atención. Un buen punto de partida sería hablar de información básica acerca de las bacterias para después pasar a una discusión más profunda en torno al microbioma.
Lo primero que hay que saber acerca de las bacterias es que son muchas. Las bacterias dominan la Tierra, a pesar de que no podamos verlas a simple vista. Constituyen el mayor porcentaje de seres vivos. El total de bacterias pesa más que todos los seres humanos que habitan la Tierra. Se calcula que el número total de bacterias asciende a unos cinco millones de billones de billones. Se trata de una cantidad tan grande que ni siquiera tiene un nombre. Pero es un cinco acompañado de 30 ceros.
En segundo lugar, las bacterias se encuentran en el dominio de los organismos procariotas. Son organismos unicelulares con una membrana exterior primitiva, sin partes celulares específicas y sin un núcleo perceptible. Todos los ingredientes de la vida —ADN, proteínas y más— flotan en el citoplasma (líquido celular).
Nosotros estamos en un grupo biológico diferente. Los seres humanos, los animales y otras formas de vida celular compleja pertenecen al dominio de los organismos eucariotas. Esto se debe a que somos organismos multicelulares con membranas alrededor de nuestros organelos celulares (partes de la célula que tienen funciones específicas) y un núcleo.
Nuestro cuerpo y las bacterias
Ahora que ya vimos la parte correspondiente a la biología básica, es momento de enfocarnos en las bacterias y microbios con los que interactuamos. Comencemos por las cifras.
Si bien en la Tierra hay más bacterias que otra cosa, con nuestro cuerpo no sucede lo mismo. Según cálculos hechos hace ya mucho tiempo, las células del microbioma superan a nuestras células en una proporción de 10 a 1. Sin embargo, recientes investigaciones sugieren que la proporción es más cerrada: 1 a 1. Es una décima parte de lo que alguna vez se pensó, pero eso significa que seguimos viviendo con billones de bacterias.
Y se trata de una gran variedad de bacterias y microbios que vive en las comunidades creadas por nuestro cuerpo. Por ejemplo, nuestra piel, nariz, boca, nuestros oídos y nuestras axilas tienen habitantes muy diferentes. Hay incluso una diferencia entre quienes viven en los dedos de nuestros pies y quienes viven en otras partes de nuestros pies. Sus intestinos —el lugar al que primero se desplaza su mente cuando hablamos de microbioma— puede contener 40,000 cepas y especies diferentes por sí solo. Esta diversidad es importante porque crea un ambiente de competencia por espacio y comida.
Como cualquier forma de vida, las bacterias son egoístas. No viven dentro de nosotros porque sean héroes o porque deseen ayudar. El imperativo biológico de las bacterias es satisfacer sus necesidades y las de sus descendientes. Afortunadamente, nuestro cuerpo ha evolucionado para usar ese egoísmo a nuestro favor, lo cual genera una situación ganar-ganar (simbiosis). Las bacterias obtienen alimentos y el cuerpo usa los compuestos producidos por las bacterias.
Estas relaciones, en su mayoría productivas, ayudan a pensar en las bacterias como buenas o malas. Sin embargo, se trata de una simplificación exagerada. Existen algunos casos que son blanco y negro, bacterias patógenas que nos hacen daño. Pero la mayoría de ellas caen en el área color gris porque la mayoría es comúnmente inofensiva u ofrece un ligero beneficio.
La manera de considerar bacterias específicas (ya sea como buenas o malas, saludables o dañinas) tiene mucho que ver con el sitio en donde se encuentran. En un área del cuerpo, una cepa de bacterias puede ser benéfica ya que favorece la digestión o una función inmunológica saludable. En otra área, en contraste, ese mismo tipo de microbio puede causar problemas. Los números en sí mismos también pueden plantear un problema. Por ejemplo, un sistema inmunológico debilitado puede permitir que una cepa de bacterias se multiplique y crezca hasta llegar a un tamaño de población que se convierta en un problema.
Y las bacterias no deciden repentinamente convertirse de héroes a villanos. No es así como funcionan. Las bacterias actúan de la misma manera todo el tiempo. Siempre son egoístas y siempre están tratando de multiplicarse. Pero cuando están en el lugar equivocado —donde las condiciones no son favorables para la simbiosis— o cuando alcanzan un gran número, los microbios pueden sembrar el caos.
Sin embargo, si las bacterias son en su mayoría inofensivas, y no debemos decir que son buenas ni malas, ¿cuál es el asunto con los probióticos? Hay ciertas cepas de bacterias que las investigaciones han demostrado que aportan beneficios en ciertas situaciones. Sin embargo, en el contexto de nuestras bacterias totales —los billones de células y miles de cepas— se trata de casos poco comunes y específicos. Por eso es importante tomar probióticos que hayan sido probados y que hayan demostrado sobrevivir en el entorno corporal adecuado y que hayan demostrado tener beneficios.
Busque su microbioma
La mayoría de las personas oye la palabra “microbioma” y piensa en los intestinos. Nuestro tracto digestivo inferior está repleto de microbios. Sin embargo, no es el único lugar en donde uno puede encontrar diferentes comunidades de diversas bacterias.
Veamos:
- Intestino: Nuestro estómago no contiene muchas bacterias. La elevada acidez crea un ambiente poco propicio en el que pocas pueden sobrevivir. Sin embargo, nuestros intestinos son una historia diferente, principalmente porque es el lugar en donde la comida permanece por más tiempo. El microbioma del intestino se ha estudiado ampliamente, de manera que podemos nombrar muchas de las categorías de bacterias que hay en el intestino.
- Tanto el intestino delgado como el intestino grueso están repletos de una variedad de microbios, pero las Bacteriodetes (otra categoría de bacterias) son muy predominantes, y uno puede encontrar diversas poblaciones de bacterias en el intestino delgado y en el intestino grueso, en donde dominan diferentes cepas.
- Piel: El órgano más grande de nuestro cuerpo tiene su propia comunidad de bacterias y microbios. Si usted les tiene fobia a los gérmenes, esto confirma sus peores temores. Estamos verdaderamente cubiertos de bacterias. Todos los pliegues, recovecos y grietas de nuestra piel ofrecen amplio espacio para el desarrollo de diversas comunidades microbianas. Recordemos, la vasta mayoría es inofensiva en circunstancias normales y la mayoría de éstass puede categorizarse como Actinobacterias (un tipo de bacteria).
- Boca: Nuestros dientes, lengua, mejillas, labios y paladar ofrecen un hábitat para bacterias mayoritariamente inofensivas o benéficas. Tan solo en nuestra boca se han encontrado casi 300 diferentes especies, y esas son apenas las que hasta este momento tienen nombre.
- Oídos, nariz, senos nasales y garganta: Cada una de estas zonas contiene bacterias que pueden florecer en un ambiente particular, pero se mencionan juntas porque todas están conectadas y convergen también con la boca.
Ésta no es una lista completa de las comunidades bacterianas de nuestro cuerpo. Las hay en nuestros órganos sexuales, en nuestros pulmones y en cualquier lugar acogedor que puedan encontrar. Los intestinos son la zona que más acapara la atención, pero los investigadores están viendo más de cerca otras áreas. Esas investigaciones nos ayudarán a conocer mejor nuestro microbioma, y nos ayudará a conocer más a nuestros amigos bacterianos.
Cómo se forma un microbioma
Estamos moldeados por el ecosistema en el que vivimos, y con nuestro microbioma ocurre lo mismo, sólo que en este caso el ecosistema somos nosotros. Por eso el microbioma de cada persona es único. El nuestro está moldeado por nuestras experiencias, comenzando por nuestro nacimiento. El nacimiento por medios naturales o por cesárea influye en el microbioma de un bebé. Nuestra dieta y nuestro entorno influyen en nuestro cuerpo y en los amigos bacterianos que viven con nosotros. La edad también es un factor diferenciador importante.
Con la gama de variables y la enorme variedad de bacterias que hay en el ecosistema de nuestro cuerpo, es difícil identificar cada cepa de bacterias “normales” o “saludables” que la gente tendrá. El mapeo de nuestro microbioma específico regularmente a lo largo del tiempo es muy abrumador y requiere mucho tiempo. Además, hacerlo no nos dice mucho. Sin embargo, hablar de manera más general ofrece la información que uno necesita sin listar miles de cepas bacterianas.
Básicamente, las bacterias que coexisten con nosotros son las que han podido encontrar un nicho biológico. Son las que mejor se pueden adaptar y sobrevivir en nuestras condiciones específicas. De esta forma, estamos de alguna manera en control de nuestro microbioma. Y esa de alguna manera es la palabra clave. No es tan fácil como seleccionar nuestras bacterias preferidas, porque no podemos controlar todo. Sí sabemos que los buenos hábitos —dormir bien, hacer ejercicio y llevar una alimentación saludable— fomentan un microbioma benéfico.
Sin embargo, las bacterias son seres vivos. Compiten con billones de otros seres por espacio y por alimento. Uno puede influir en los resultados de esta competencia, pero no puede determinar el juego por completo, y por esas mismas razones nuestro microbioma está cambiando constantemente.
¿Qué puede hacer el microbioma por nosotros?
La respuesta es sencilla: nuestro microbioma hace muchísimo, y las investigaciones están revelando cada vez más acerca de lo que puede hacer por nosotros y por nuestra salud.
Este ejemplo puede decirnos mucho: ratones criados sin una comunidad de bacterias —nacidos y criados en un ambiente estéril— no presentan el mismo tipo de crecimiento que los ratones con un microbioma. Los ratones que no tienen gérmenes muestran deficiencias en su comportamiento y otros problemas de salud no observados en ratones normales.
En general, nuestro microbioma ayuda en los procesos digestivos, la función inmunológica, el mantenimiento de un peso saludable, el funcionamiento del sistema nervioso y más. Pero esa es otra historia. Puede obtener más información sobre la manera en que nuestros amigos bacterianos colaboran con nuestra salud en el siguiente artículo de nuestra serie sobre el microbioma.