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Acurrúcate con un buen libro: Beneficios de la lectura para la salud

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Para algunos de nosotros, no hay nada mejor que acurrucarse con un buen libro en un día lluvioso y leer durante horas y horas. Sin embargo, para otros, no hay nada peor. No importa de qué lado se esté, hay un hecho que no cambia: la lectura es buena tanto para la salud física como para la salud mental.

Es probable que esta noticia no sorprenda a la mayoría de los ratones de biblioteca, después de todo, su amor por la lectura está ligado a lo que les hace sentir, es decir, a la forma en que una buena novela les proporciona un bienvenido escape de la realidad. Exploremos los beneficios de la lectura en términos de salud tanto para los lectores ávidos como para los menos aficionados.

Menos estrés: Beneficios científicos de la lectura

El estrés es una sensación con la que todos estamos demasiado familiarizados. Todos lo hemos vivido y tenemos nuestras propias formas de afrontarlo, algunas mejores que otras. Sin embargo, lo que mucha gente desconoce es que el estrés puede tener un efecto negativo en la salud.

El estrés cotidiano puede hacer que uno simplemente se sienta incómodo: dolores de cabeza y de estómago, fatiga o sueño intranquilo. Con el tiempo, el estrés puede aumentar el riesgo de padecer hipertensión, cardiopatías e infartos. Y no es sólo el cuerpo el que siente los efectos del estrés, también puede afectar la salud mental. El estrés se ha relacionado con el aumento de los niveles de depresión, ansiedad y otras enfermedades mentales,

razón por la cual es algo que deberíamos intentar minimizar y gestionar para reforzar nuestro bienestar. Aquí es donde entra en juego la lectura.

Un estudio sugiere que leer durante tan sólo seis minutos al día es tan eficaz para reducir el estrés en el organismo como muchas otras técnicas populares de control del estrés, como salir a caminar. Y hay pruebas tangibles: leer puede reducir la frecuencia cardiaca en reposo y aliviar la tensión muscular.

Aunque todavía queda mucho por desentrañar sobre los entresijos neurológicos de la lectura, los científicos teorizan que parte de este alivio del estrés se debe a la concentración que requiere. Al igual que la meditación, la lectura dirige la atención del individuo hacia una única tarea. Si a esto le añadimos que la lectura activa la imaginación, las personas pueden transportarse a un estado alterado de conciencia, libre de muchos de los factores estresantes del día a día. Si alguna vez has “escapado” dentro de un libro, es posible que hayas experimentado este fenómeno.

Algunos estudios incluso relacionan la lectura regular con una mayor longevidad. Un estudio realizado por la Universidad de Yale sugiere que las personas mayores de 50 años que leen libros con regularidad —no artículos— tienen un menor riesgo de morir en la siguiente década. La razón debe estudiarse más a fondo, pero una posible explicación tiene su origen en el alivio del estrés. Como ya se ha dicho, el estrés pasa factura al organismo. Si reducimos el estrés, disminuye el desgaste que experimenta el cuerpo, lo que a su vez puede aumentar la longevidad.

Para reflexionar: Lo que la lectura hace por el cerebro

A la gente le encanta hablar de que leer es bueno para el cerebro, pero a menudo no entra en detalles concretos. ¿Qué significa esto exactamente? La respuesta breve es que la lectura puede alterar el cerebro a nivel neurológico, pero mejor vayamos a la respuesta larga.

La lectura afecta varias regiones del cerebro, como el lóbulo temporal y el área de Broca (en el lóbulo frontal). Las vías de la materia blanca —conjuntos de fibras nerviosas en el cerebro— también desempeñan un papel crucial en la lectura debido a que conectan varias regiones cerebrales. Para transmitir mejor la información, estas vías nerviosas deben ser anchas y lisas. A medida que los niños aprenden a leer, es crucial que estas vías de la materia blanca se desarrollen y crezcan adecuadamente ya que las vías accidentadas o estrechas están relacionadas con una menor fluidez lectora. Sin embargo, lo más sorprendente es que, con la práctica y la rehabilitación, estas vías neuronales pueden cambiar y desarrollarse, aumentando la capacidad del niño para leer con fluidez.

Llegados a este punto, puede que pienses que ya es demasiado tarde pues probablemente no eres un niño que está aprendiendo a leer. Sin embargo, el impacto de la lectura en el cerebro no se limita a la primera infancia, como se observó en un estudio realizado en 2013.

Los investigadores monitorizaron las redes en estado de reposo de participantes de entre 19 y 27 años. Las redes en estado de reposo son básicamente distintas regiones o comunidades funcionales del cerebro que intervienen en varios procesos neuronales, como la memoria, la atención y los sistemas sensoriales. A medida que se envejece, la conectividad entre estas redes disminuye, lo que se ha relacionado con diversos deterioros de la función cognitiva. Este interesante estudio identificó un aumento de la conectividad de las redes en estado de reposo entre los participantes a los que se asignó una sección de una novela para leer cada noche.

Una de las observaciones resultantes del estudio no causó sorpresa: las regiones del cerebro de los participantes dedicadas al procesamiento del lenguaje se reforzaron. Pero los efectos positivos no se detuvieron ahí. Las regiones sensoriomotoras de su cerebro también se reforzaron, lo que sugiere que la lectura puede tener un impacto en el cerebro más amplio de lo esperado.

La lección más importante aquí es que leer es un ejercicio para el cerebro, y como cualquier otro entrenamiento, ayuda a desarrollar fuerza. Cuanto más fuerte sea el cerebro a medida que uno envejece, mejor funcionará. Así lo avalan numerosos estudios en los que se ha descubierto que leer con regularidad puede ayudar a retrasar el Alzheimer, la demencia y otros deterioros neurológicos asociados con el envejecimiento.

Mente, cuerpo y alma: más razones por las que leer es bueno para la salud

Hasta ahora nos hemos centrado en los beneficios científicos de la lectura, es decir, los que pueden observarse y medirse mediante estudios y experimentos. Aunque estos beneficios son significativos, sería una pena terminar aquí esta exposición, después de todo, la lectura tiene muchas otras ventajas, pero son un poco más difíciles de medir. Veamos algunas:

  • Mayor empatía: No es ninguna sorpresa que la ficción literaria —novelas e historias sobre personajes inventados— puede aumentar nuestra capacidad para comprender a los demás y conectar con ellos. Las novelas nos adentran en la mente de los personajes y nos dan acceso directo a sus pensamientos, sentimientos y deseos. Esta experiencia se traslada directamente al mundo real, donde puede que descubramos que estamos mejor preparados para entender y entablar relaciones con quienes nos rodean.
  • Menor sensación de soledad: Tanto escritores como lectores suelen comparar un buen libro con un buen amigo, y resulta que tal comparación es bastante acertada. Al igual que un amigo, un buen libro puede ayudar a reducir la sensación de aislamiento y soledad. Tanto si se trata de la compañía de los personajes de una novela como de nuevos amigos en clubes de lectura u otros foros similares, las conexiones se crean de muchas maneras.
  • Mayor conciencia social: Los años entre la secundaria y la preparatoria pueden ser años difíciles, por decir lo menos. Es un periodo de transición física, emocional y social. Aunque la lectura no puede ayudar mucho con la primera, sí puede facilitar la transición emocional y social en la adolescencia. Al leer sobre personajes en situaciones como las suyas, los adolescentes pueden encontrar su vida un poco menos complicada. Y al leer sobre personajes de diferentes culturas, situaciones, estatus económico, etc., adquieren una visión del mundo que les rodea a la vez que aumentan su conciencia social y su madurez emocional.

Darse tiempo para leer: Los libros son más que un placer culposo

La gente suele decir que lee menos de lo que le gustaría, y la razón es sencilla: no hay tiempo suficiente. La lectura se considera una actividad de ocio, algo que se disfruta cuando se dispone de tiempo libre, un bien escaso hoy en día.

Si alguna vez has caído en esta línea de pensamiento, recuerda que perderte en las páginas de un buen libro es algo más que un placer culposo. Dedicar tiempo a la lectura significa dedicar tiempo a nuestro bienestar mental, físico y emocional. Es un acto de autocuidado, y lo mejor es que lo único que necesitamos para ello es un buen libro.